Y un día, Gabo volvió a Macondo

El tren amarillo fue el que bordeó extensas plantaciones de banano hasta llegar a su 'Macondo' natal. Gabriel García Márquez reía para sí mientras -a través de la ventana del tren- veía que al paso de la máquina y el sonido de sus fuelles, miles de mariposas amarillas salían de los arbustos y en las estaciones de cada poblado por los que pasó pudo percibir el olor de la guayaba, el fruto tropical que siempre ha dicho añorar.
"Miren a toda esa gente y después dicen que uno fue el que se inventó a Macondo", dijo el escritor, según el diario El Tiempo de Colombia. El Gabo saludaba por un ventanilla a quienes se agolparon para mirarlo, le sacaba la lengua a tanta y tanta gente, añoraba esos años preciosos -y precisos- en los cuales se empezó a gestar "Cien años de soledad".

"Bienvenido al mundo mágico de Macondo" era el saludo del pueblo que lo vio crecer, y es que a pesar del tiempo, calor, polvo olvido, muchas cosas siguen nunca cambian. Pese a la bronca de muchos pobladores quienes se han sentido despreciados ante la negativa del maestro a volver.
sin embargo, su médico y amigo, Guillermo Valencia, explicó a la AFP que el verdadero motivo de esta ausencia. "'Gabito' evitó regresar a su pueblo natal siempre por temor. Aunque no lo dice públicamente, para él retornar a sitios donde creció es una especie de recoger sus pasos, y eso le hace reflexionar sobre la cercanía de la muerte y lo deprime", señaló
Alfredo Correa García, Otro amigo de la niñez, recuerda haberle escuchado alguna vez asegurar que sólo lo volverían a ver en Aracataca "cuando lo estuvieran velando". A tocar madera se ha dicho.
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