Ayer, poco antes, de visitar la expo en honor a Quizpez Asín, estuve en el malecón. Eso sí, agazapado y más voyeur que nunca. Protegido de los ojos, voces y ruedas de los propios y extraños, tan solo al amparo de mi sombra. Esperaba el ocaso, así como otros, y la paciencia rindió frutos.
Cuando todos se habían marchado, la estela naranja mezclada con la nubosidad fría y gris, se hizo Sol. Eran las 6:17 p.m. y el astro sonreía y se levantaba como quitándose las sábanas de la cara y el cuerpo, como estirándose. Y poco a poco, ahí estuvo: majestuoso, total. Cómplice.
Pero como hoy es uno de esos días, las imágenes que capturé de tan bello espectáculo fueron borradas por mis torpes manos y la no menos torpe tecnología. Parece una tontería, es posible que lo sea, pero duele. El Sol estuvo ahí hasta las 6:24 p.m., espero que alguna otra vez me espere, me comparta y viceversa.
pd. El Sol no se me perdió, por imbécil lo boté.
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