13 junio 2007

Bob Dylan gana el Príncipe de Asturias de las Artes

Mito viviente del rock cumplió hace poco 66 años. Cineastas Milos Forman y Clint Eastwood, Emir, dramaturgo Peter Brook, cantante Cesaria Evora y cocinero Ferrán Adriá, quedaron en el bolo.

El Premio Príncipe de Asturias de las Artes concedido hoy a Bob Dylan reconoce la prolífica carrera de un compositor e intérprete fundamental de la música moderna, cuyo enorme legado ha influido en varias generaciones a lo largo de los últimos 45 años.

Siempre esquivo con su leyenda, la pasión por los escenarios ha mantenido a Dylan lejos de casa durante décadas, embarcado en una gira sin fin, que alterna con la publicación regular de discos, el último de ellos hace apenas un año, "Modern times".

Robert Allen Zimmerman nació en Duluth, Minnesota, el 24 de mayo de 1941, en el seno de una familia de comerciantes judíos.

Abandonó los estudios para entregarse por completo a la música folk y en 1961 se trasladó al Greenwich Village de Nueva York. Allí conoció al padre de la canción protesta norteamericana, Woody Guthrie, una de sus grandes influencias.

En 1962, el cantautor, que ya había cambiado el apellido judío Zimmerman por el de Dylan -en homenaje al poeta británico Dylan Thomas-, publicó su primer disco tras haber sido descubierto por el cazatalentos de la compañía CBS John Hammond.

Un año después de su álbum homónimo, editó "The freewheelin'", el disco que contenía "Blowing in the wind", que se convirtió en un himno y que hizo de Dylan un mito.

En 1964 advierte de que "Los tiempos están cambiando" y ese mismo año edita "Another side of Bob Dylan", obras ambas que le coronan como rey del folk y gurú de la canción protesta.

Pero siempre inconformista, rechaza esos títulos con un inesperado regate. Primero amaga con un giro hacia la música electrónica con "Bringing it all back home" y en la primavera de 1965 viaja a Inglaterra.

Allí conoce a los Beatles a los que, además de introducirles en el consumo de la marihuana, influirá decisivamente en la manera de escribir sus canciones, como reconoció Lennon.

La ruptura con el folk es un hecho consumado en "Highway 61 revisited", que se abre con la rotunda "Like a rolling stone", una de las mejores canciones del rock.

El cantautor es increpado en sus conciertos por algún fan por haber electrificado su sonido -como recoge el disco "Live 1966. The Royal Albert Hall Concert"-, pero Dylan se mantiene fuerte en su apuesta y entrega otro título inolvidable, "Blonde on blonde".

Dos meses después de la publicación de ese álbum, Dylan, que tiene 25 años, sufre un accidente de moto que le obliga a un retiro de 18 meses en su granja de Woodstock.

En su convalecencia escribe el texto del libro "Tarántula" y reaparece con "John Wesley Harding" (1967), con el que gira hacia el "country", un género en el que abundará con su siguiente disco, "Nashville skyline", que contiene "Lay Lady Lay", una de sus canciones más íntimas.

Su creciente interés por el cine le lleva a colaborar con Sam Peckinpah en "Pat Garret and Billy The Kid", en la que tiene un pequeño papel y para la que escribió una banda sonora que incluye su popular "Knocking on Heaven's door".

En la primera mitad de los setenta sigue creando himnos. En 1974 publica "Forever young" y se embarca en una gira de conciertos multitudinarios por Estados Unidos.

El cantautor vuelve a cortar por lo sano en 1975. Acaba de separarse de su esposa, Sarah, con la que ha tenido cuatro hijos, y el resultado de la ruptura es "Blood on the tracks", uno de sus trabajos más personales.

Ese mismo año regresa a la denuncia social y consigue un gran éxito con "Hurricane", sobre las injusticias que padeció el boxeador negro "Huracán" Carter, que abandera el álbum "Desire".

Vuelve a la gran pantalla en 1977 como invitado destacado de "The last waltz", dirigida por Martin Scorsese con motivo de la despedida de The Band, un grupo con el que había trabajado en diversas ocasiones, y un año después publica "Street legal".

Dylan deja de piedra a sus seguidores con una transformación religiosa que le conduce a la conversión al cristianismo y a la que dedicará sus siguientes discos: "Slow train coming" (1979), "Saved" (1980) y "Shot of love" (1981).

Son trabajos de influencia "gospel", con letras de marcado carácter religioso, en los que cuenta con la colaboración de músicos emergentes como Mark Knopfler -líder de Dire Straits-, con quien colabora después en "Infidels", con el que regresa a la temática laica en 1983.

Su carrera atraviesa un bache a mediados de los ochenta, pero a finales de la década se junta con sus amigos George Harrison, Roy Orbison, Tom Petty y Jeffe Lynne y publican un disco irresistible, "Traveling Wilburys".

La vida del músico corrió peligro en 1997, cuando en mayo tuvo que ser hospitalizado por una infección cardíaca. Tras su recuperación cantó en septiembre ante Juan Pablo II en Roma.

Ese mismo año se edita el disco número 38 de su carrera y uno de los más aclamados por la crítica: "Time out mind", al que sigue cuatro años más tarde "Love and theft", y en 2001 ganó un Oscar por "Things have changed", de la película "Jóvenes prodigiosos".

La sombra de Dylan, propuesto en varias ocasiones para el Nobel de Literatura, se amplía y su legado crece con reediciones como la de este mismo año de la película "Don't look back", dirigido por Pennebaker durante la gira por Inglaterra de 1965, aunque su personalidad se mantiene escurridiza.

Fuente: EFE

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