24 octubre 2006

Ciudadano Chomsky

Puso en 'jaque' las teorías del Estructuralismo y el Conductismo –hecho que hasta hoy le causa mucha gracia-, postuló la existencia del ‘órgano del lenguaje’, dispositivo cerebral innato que permite aprenderlo y utilizarlo de forma casi instintiva y, con esto, puso en duda la creencia -hasta ese entonces- de que la adquisición del lenguaje era producto de la experiencia y la asociación. Lo hizo en 1957, con tan solo 29 años y una obra llamada Estructuras sintácticas. Ayer disertó en la PUCP en la conferencia “Exploraciones biolingüísticas: diseño, desarrollo y evolución”. Con ustedes Noam Chomsky.

Sentado ahí, con la cabeza cana y despeinado. A bordo de ese aire distraído –tan distante y tan cerca- que al parecer todos los genios tienen, estaba Avram Noam Chomsky. Sí, el matemático, lingüista, filósofo y activista político. El hombre que comprobó que los principios generales abstractos de la gramática son universales en la especie humana. Aquél que postuló la existencia de una ‘gramática universal’.

Siendo una conferencia sobre lingüística, nos remitimos al lenguaje, eso sí, comenzamos con el ‘no verbal’.

SONRÍA Y SAQUE LA LENGUA. Si hay dos rasgos que se repitieron continuamente en el rostro de este profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), fueron la sonrisa y el gesto de análisis, con los ojos concentrados y los labios juntos, el gesto grato a flor de piel, o la risa de ayuda y nerviosa, la mano en la barbilla, o la broma compartida.

Nada más entrar al recinto deportivo, sentarse al lado del profesor Mario Montalbetti y la Dra. Pepi Patrón, Chomsky dio muestras de su franca ironía: “no sabía que aquí hubieran tantos lingüistas”, en alusión al grueso de su auditorio.

Seguido, vendrían las presentaciones a cargo de Montalbetti (su alumno) y Patrón.

Habían pasado casi 15 minutos pero la gente ya estaba inquieta. Los dispositivos personales para escuchar la traducción acusaban una señal por ratos débil por otros vaga. ¿Por qué no fui al Británico me dije?

A pesar de esto, el lenguaje de Chomsky era lo suficientemente sencillo -en ese momento- como para entenderlo, mientras la señal regresaba.

TIP PARA LOS MASS MEDIA. Chomsky cree que el hombre pierde la atención, el sentido mismo de la oración y la capacidad para relacionarla con hechos cotidianos o del propio contexto en que fue dada, si esta tiene más de 7 palabras.

Punto importante para esos momentos en que se desea decir mucho, finalmente no queda nada claro, solo agotamiento y una gran confusión.

Por ejemplo, en la oración: El hombre come la manzana

Podemos relacionar a ‘hombre’`con altura, peso, color de ojos o de cabello, ropa.

La ‘manzana’ con fruta, color, tamaño, árbol, supermercado.

‘El hombre come’ es la acción. Entonces ¿qué más hace el hombre?

Todas estás asociaciones son permitidas, porque no excede un margen. Como en las matemáticas, cuando se multiplica 7 por 3 o 20 por 12. Pero si vamos más allá, por ejemplo 129,747 por 2,525 ya se necesitan –en la mayoría de casos- otros instrumentos.

Esto, aunque no lo dijo, ya formaría parte de la semiótica.

Entonces, son recomendables las oraciones cortas, las cuales permiten la concatenación de ideas.

EL APRENDIZAJE DE LA DECEPCIÓN. La negación según Noam Chomsky es difícilmente abordada por el hombre. Al parecer este se resiste a su asimilación. Sin embargo, tampoco se tiene mucha información.

Pese a desear como funciona el cerebro, no se puede experimentar con él. Se puede experimentar con más de 50 clases de abejas, pero no se consigue mucho.

“No importa cuanto queramos torturar a los otros animales, no aprenderemos al verlos sufrir”, sentenció.

Y a partir de ello no podríamos experimentar con congéneres para obtener respuestas con las cuales elaborar teorías. No, no es ético. Tampoco con los demás integrantes de este planeta.

Era el telón de todo un ensayo. El hombre había aprendido tanto a partir del sufrimiento de monos, gatos y ratones. Sin embargo, no en todos los casos habían características similares entre las otras especies y la humana.

Y en el específico caso de la lengua, la raza humana era única.

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