
Poeta por necesidad antes que por vanidad, rehuye de los reconocimientos, aunque el que ayer le fue concedido en la ciudad española de Granada -dotado con 62,700 dólares- seguro que le hará ilusión, como reconoció su hermana Nely.
VIDA POÉTICA. Incursionó en el mundo de la poesía, allá por 1943, en la Universidad de San Marcos, a la que llegó para estudiar Letras y Educación. En esa época conoció a Javier Sologuren y a Jorge Eduardo Eielson quienes, junto con Sebastián Salazar Bondy, Washington Delgado y Carlos Germán Belli, son los principales poetas de la generación del 50, en la que se le inscribe más por edad que por afinidades.
La crítica la vincula de forma más directa con César Moro y con Emilio Adolfo Westphalen -a los que ella considera sus maestros- pese a coincidir en que se trata de una escritora con un mundo y un registro propios. El mexicano Octavio Paz fue determinante en su carrera. Lo conoció en París, en 1949, cuando se instaló allí junto con el pintor Fernando de Szyszlo, con quien se casó y tuvo dos hijos. Aquí frecuentó a Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux y a otros.
Su obra poética, recogida en Donde todo termina abre las alas, se compone de media docena de libros, desde Ese puerto existe a Luz del día, de Valses y otras confesiones a Canto Villano.
Octavio Paz ha escrito sobre Varela y su obra: "Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el tiempo, la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia".
Fuente: EFE
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